COMO TANTOS DIAS

Enciendo un cigarro, el primero de la mañana, abro la ventana para ver si se lleva el humo de mi delito, el aroma que dejará saber a mi hija que pese a mis intentos esta vez me cuesta trabajo dejarlo, y es que encuentro un sabor especial a seguir contaminando mis pulmones, es casi como una travesura, porque en realidad ninguna bocanada logra quitarme el estrés que últimamente me persigue…

El frío no ayuda, tengo que cerrar la ventana, todavía no amanece, todo se oye tranquilo, el silencio cubre todo el lugar no hay música sonando, despertadores siendo apagados ni coches saliendo apresurados aunque la velocidad mínima indique 10km, solo el ruido de los pájaros con su extraño canto anuncia que amanece que poco a poco la luz se va dando paso entre la oscuridad...

Trato de no pensar, de sumergirme en el silencio del que hablan unos monjes que recién descubrí, en ese silencio que te dice quien eres, a dónde vas, y de alguna forma te da el equilibrio que necesitas para seguir dándole valor a las palabras, pero el canto de los pájaros me interrumpe son tantos y cantan tan fuerte pareciera que están justo al lado de mi ventana, como entonando una extraña serenata…

Poco a poco todo se lleno de luz, y de ruidos cotidianos, los autos pasan, se enciende un tráiler del terreno que tengo atrás de mi casa, un perro ladra, y en algún lugar habrá alguien llorando una pérdida y otro celebrando un nacimiento, el tiempo con su interminable andar nos indica lo pequeño que somos a su lado, lo mucho que debemos aprovecharlo…

Hoy pienso ir al parque, olvidarme de aquello que me preocupa, observar el lago que tanto me gusta, oír el graznar de los patos, subirme con mi hija a los columpios, hoy será un buen día porque finalmente solo tenemos este día, solo tenemos este instante en el que la luz nos indica que ha amanecido como siempre, como otros días, como tantos días, y que como vivirlo depende de nosotros…