ALGO DE QUE HABLAR: A MI ABUELA EN EL DIA DEL ADULTO MAYOR

Nació en Cárdenas San Luis Potosí, se llamaba Petra un nombre fuerte en definitiva para una mujer fuerte, nunca supimos cuantos años tenía ella decía que recordaba que siendo pequeña se acordaba de las celebraciones por el cambio de siglo 1900, y que había vivido la revolución y el paso del cometa Halley allá por 1917, siempre en vacaciones la visitábamos en San Luis Potosí , y desde que tengo memoria recuerdo que nos recibía con un gran abrazo y gorditas recién hechas de queso, y de huevo, cocinaba como nadie y nunca se quitaba el delantal, vaya solo cuando iba al panteón a visitar a mi abuelo, y cuando íbamos a algún lugar especial.

Todos los días se levantaba a las 6 de la mañana a barrer la calle, desayunaba un par de huevos tibios o cocidos, comía caldo de pollo con verduras y al levantarse una tasa pequeña de café con limón decía que era muy bueno para la salud, fumaba alrededor de una cajetilla diaria de cigarros Raleigh y se tomaba dos coca-colas al día una siempre a las 11 de la mañana y la otra después de comer, y por la tarde su café con leche y su pan, tuvo 4 hijos y perdió no se cuantos más cuando joven vivió con mi abuelo en Cárdenas que era ferrocarrilero en un vagón de ferrocarril acondicionado para tal efecto y decía que en su pueblo la vida era más tranquila.

Era delicioso oírla hablar de su niñez, de mi abuelo, contaba que ella salía al pan y él discretamente le dejaba cartas en su canasta que ella leía a escondidas, hasta que finalmente huyeron juntos, mi abuelo por alguna extraña razón se casó con otra señora pero ellos seguían viviendo juntos, a tal grado que los hijos que mi abuelo tuvo con la otra señora convivían con mi abuela y hasta llegaron a vivir algunas temporadas con ella y hasta le decían mamá Petra, al parecer según su dicho la otra señora era una “mala mujer” y no los cuidaba bien, al paso de los años se casó con mi abuelo ya cuando sus hijos estaban más grandes y él pudo divorciarse, de sus cuatro hijos uno falleció en un accidente de ferrocarril y la otra murió después de una larga lucha con un mal cardiaco así que ella iba todas las semanas a llevarles flores al panteón, y decía que perder un hijo era lo peor que podía pasarte en el mundo, de hecho contaba que cuando mi tío Juan murió ella estaba tan triste que nada podía consolarla hasta que un día jura que lo vio bajando de las escaleras de su casa y que él le dijo que ya no estuviera triste que él estaba bien, que ya no llorara que ya lo dejará ir, y a partir de ese momento se consoló y dejó de llorar por él y había siempre una cruz en el lugar de la escalera dónde ella dice que lo vio bajar…

Vayan ustedes a saber porqué pero de vez en vez le entraba un extraño dolor que ahora creo que era la vesícula pero en ese momento nadie sabía que pasaba solo se ponía muy mal se pasaba días en la cama y solo se componía cuando la iba a ver un médico de nombre Miguel que conocía a la familia desde hacía muchos años y le hacían caldo de rata sí de rata de campo que decía que era tan buena que curaba cualquier mal..

De todos sus hijos quien más la procuró fue mi mamá le hablaba por lo menos dos veces a la semana, le mandaba dinero, le compraba cosas y como les conté antes siempre la visitábamos en vacaciones, verlas discutir era todo un espectáculo una lucha de poderes que normalmente siempre ganaba mi abuela, no saben como recuerdo esos cafés con leche en la cocina de su casa mientras contaban historias de Cárdenas el lugar dónde nació y que procurábamos visitar de vez en cuando…

Murió de un infarto después de haber ido a traer masa para echar una gorditas como siempre con su mandil y una pañoleta puestos…

Ella fue para mi una segunda madre, me encantaba abrazarla, me encantaba su comida, sus historias, sus regaños aún hoy después de tantos años cada vez que salgo de viaje y regreso a San Luis sigo emocionándome pensando que en algún momento voy a llegar a su casa y la veré de nuevo parada en la puerta esperándonos con su mandil café de cuadritos, su suéter guinda que no le combinaba, con el café y las gorditas recién hechas y esos abrazos que tanto extraño…

Las Hermanas Huerta -- Vamos a Cardenas