jueves, octubre 21, 2010

DECÁLOGO DE LA SERENIDAD


SOLO POR HOY


Trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.


Tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.


Seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.


Me adaptaré a las circunstancias sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.


Dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.


Haré una buena acción y no lo diré a nadie.


Haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.


Me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré a cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.


Creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.


No tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad. Puedo hacer bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida.

JUAN XXIII

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