Prueba de que ¡Querer, es poder!
El artículo completo lo pueden leer en: http://www.runmx.com/2012/05/fernanda-ramo-es-corredora.html
La pueden seguir en
Twitter@FerciRare.
La historia empieza y termina
así... Eres corredor.
Eres corredor. Me lo repito
ciento de veces. Cierro los ojos y en voz baja, o quizá inaudible, pronuncio “soy guerrera” “no te des por
vencida” “enfócate” “no mires atrás” “no temas”. O quizá no soy yo quien lo
está pronunciando. Quizá es mi cabeza. Quizá es el corazón. Más bien, quizá,
sea una conversación entre los dos. Sí, es eso. Mantengo los ojos cerrados para
no desorientarme, y miro hacia dónde puedo encontrar calma, en mi
interior. Entonces yo callo y solo
escucho que me dicen en tercera persona... “Tú puedes, eres corredor”.
Finalmente, convencida de que lo
que estoy viviendo no es una pesadilla decido tratar de clarear mis ideas. Me
repito al son de lo que me dictan, soy corredor. Y con esa mente empiezo a
hacer juegos. Cuento del 1 al 100. Del 100 al 1. Vocales. Consonantes. Meses
del año. Días de la semana. Y empiezo de nuevo. Me desconcerté y pienso ¿Qué me
pasa?
Hasta hace unas horas era capaz
de poner un pie delante de otro, corría sin otro límite más que el que yo
decidía ponerme en mi cabeza. En este momento el límite me lo ponían primero
mis piernas, después mis brazos y después mis ojos. NUNCA la mente ni el
corazón.
De un momento a otro mi vida
cambio. Estaba postrada en una cama, en el Hospital de la Marina en Ixtapa un
28 de mayo de 2011. El diagnóstico inicial fue una deshidratación por un
triatlón. Después de una noche en vela practicando los juegos de mente que
platicaba y sin una leve mejoría empiezo por hacer una lista mental de las
cosas que pueden pasar, valorarlas y entonces decido emprender mejor suerte
volando a la ciudad de México. El
diagnóstico final: un infarto cerebral. El pronóstico, de lo menos alentador.
Quizá por sorpresa o quizá por
poco conocimiento, o más bien nulo conocimiento, del tema, en los primeros
momentos que viví esta experiencia no podía pensar gran cosa. Solo observaba lo
que me sucedía y las reacciones de la gente a mí alrededor. Buenas y malas.
Pase de la incredulidad, al temor, al miedo y, finalmente, al terror. Y en ese
momento es cuando me derrumbo.
-¿Me voy a morir? -
Los doctores me dicen que no, que
estuve en la fina línea de platicarlo y no.
- ¿Cuándo voy a volver a tener control de mi
cuerpo? ¿Cuándo caminaré? Y entonces, mi corazón y mi mente me empujan a
preguntar: -¿Cuándo correré?-
Ante la negativa y la respuesta
poco conclusa (entendible) de los médicos decido y mi mente le recuerda a mi
cuerpo, “eres corredor”.
Y así fue como emprendí la
carrera más difícil de mi vida. Porque fue una carrera de mi exterior contra mi
interior. De mi ser contra lo que solía ser. De los miedos contra los los
anhelos. De quedarme conforme o recordarme y revivir eso que tengo en el
corazón. Eres corredor.
Porque siempre tengamos en mente lo que somos, y no nos demos nunca por vencidos.
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